Monseñor José Rafael Quirós Quirós
Arzobispo Metropolitano
Durante los
días previos al 2 de agosto, Fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles, miles de costarricenses llegaban hasta el Santuario de la Negrita para expresar su amor filial a la
Madre de Dios.
De cierto
modo, con estas celebraciones en torno a nuestra madre en común, expresamos y
reconocemos el don de la maternidad en
María y en todas las madres. Con María
podemos comprender el verdadero significado de la maternidad, que alcanza su
dimensión más alta en el plan de Dios pues, ser madre no sólo permite a la
mujer en su apertura al don de la vida, su pleno desarrollo, sino que también,
constituye una respuesta de fe a su vocación propia de mujer.
[1]
El hecho de
que en Costa Rica la Fiesta de la Asunción de nuestra Señora a los cielos coincida con el día de la Madre, expresa el
reconocer en María, y en todas las madres a una
« compañera singularmente generosa ». [2]
Cómo entonces,
no honrar en esta fecha la maternidad como don de Dios, pues reviste una
inmensa dignidad por cuanto es él, el
Señor de la Vida, quien confía, de modo especial, a la mujer el transmitir, cuidar y amar a los
hijos.
A la pregunta:
“¿Qué significa esta encomienda especial?”, dice el Papa Francisco: “Muchas
cosas pueden cambiar en la evolución cultural y social, pero el hecho es que la
mujer concibe, lleva en su seno y da a luz a los hijos. Y esto no es un simple
hecho biológico, sino que comporta una gran cantidad de implicaciones”[3] para terminar señalando que la mujer tiene una especial sensibilidad que
puede ayudarnos a comprender la misericordia y caridad de Dios.
Paralelo a
este reconocimiento, vale la pena preguntarse si, como Iglesia y como sociedad,
favorecemos esta vivencia de la maternidad en condiciones dignas para la mujer.
Empezando por
nosotros, desde las distintas áreas de pastoral, debemos generar espacios de
formación, discernimiento espiritual, asistencia y promoción humana, a fin de
acompañar a las madres en el desempeño de su insustituible rol en la
familia.
A nivel
social, superando el individualismo y el desinterés por el otro, deben gestarse
políticas públicas y redes sociales que
apoyen la experiencia de ser madre y la estabilidad del entorno familiar.
Días atrás, leía
con gran satisfacción como, en el contexto de la celebración de la Semana
Mundial de la Lactancia Materna, el
Instituto Costarricense de Electricidad inauguraba algunas salas en las que las madres pueden recolectar la
leche materna para sus hijos con la
tranquilidad requerida.
Proyectos de
este tipo deben ser promovidos. Como
sociedad, debemos generar y fortalecer iniciativas que apoyen a las madres
jóvenes con acompañamiento profesional y becas de estudio que garanticen condiciones básicas de vida
digna para ellas y sus bebés, guarderías infantiles con calidad de atención
que permitan a las madres estudiar o emplearse, sistemas de afiliación al
Seguro Social de las madres amas de casa; programas de asesoría y colaboración
para promover igualdad de oportunidades y generación de ingresos para las
madres agricultoras, pescadoras,
emprendedoras etc., formación técnica y de emprendimiento empresarial y mercadeo, especialmente
dirigidos a las madres jefes de hogar.
Pienso,
también, en la necesidad de volcarnos hacia las madres ancianas y abandonadas a
su suerte, agredidas física o verbalmente y hasta despojadas de sus bienes.
Como vemos,
los campos de acción son muchos, todo esto trasciende el sentimentalismo y
consumismo que esta fecha propone, podríamos honrar a todas las madres siendo,
particularmente, comprensivos, solidarios y respetuosos con todas ellas.
Mi abrazo cariñoso para todas nuestras
queridas madres, a las que están entre nosotros nuestro reconocimiento y
gratitud y a las que están en la presencia de Dios, nuestra ferviente oración.
[1]
Cf. Juan Pablo II, Mulieris Dignitatem n°19, 15 de agosto de 1988.
[2]
Cf. Juan Pablo II, Redemptoris Mater n°39, 25 de marzo de 1987
[3] Francisco Seminario del
Pontificio Consejo para los laicos con ocasión del XXV aniversario de la Carta
apostólica Mulieris Dignitatem. 12 de octubre del 2013
Fuente: